¿Qué es?
El método challenge mapping o mapeo de desafíos se encuadra dentro de los procesos de resolución creativa de problemas (creative problem solving, CPS). Es un método colaborativo para enmarcar y refinar el desafío de partida en los proyectos. El objetivo es definir cuál es la pregunta o preguntas clave (desafíos) para las que realmente merece la pena buscar respuestas.
Comenzando con un desafío de partida, el método nos ayuda a generar otros desafíos relacionados, más estratégicos y más tácticos, de modo que obtenemos un punto de partida más rico y enfocado para la ideación de soluciones.
Dado que las propuestas de solución generadas en un proyecto dependen en gran medida de cómo fueron planteados y cuáles fueron los desafíos de partida, este método facilita la generación de ideas que realmente resuelven problemas o necesidades relevantes. Además, facilitan la divergencia, ampliando el número y la diversidad de las propuestas de solución.
Materiales
Lo ideal es aplicar el método en una sesión colaborativa, por lo que se necesita una pizarra blanca, notas Post-it, flip-chart o papel de gran formato y rotuladores.
La base para realizar el mapeo es uno o varios problemas o desafíos de partida. También pueden ser hechos relevantes priorizados en una etapa anterior.
¿Cuándo?
En la fase de investigación y, especialmente, en la fase de definición.
El uso más habitual es tras alguna actividad investigadora, una vez que se han seleccionado desafíos basados en sus resultados o tras una sesión de construcción de desafíos: «¿Cómo podríamos…?» o «How might we…?» a partir de hechos relevantes.
También se puede aplicar en la planificación de la investigación, ya que ayuda a refinar el desafío de partida del proyecto y a generar preguntas que ayudan a enfocar la investigación.
¿Cómo?
De forma ideal, se cuenta con la participación del equipo de proyecto, especialmente de las personas que participaron de la investigación o generación de hechos relevantes precedente.
Como primer paso, se transforma la definición del problema o desafío de partida en una pregunta con el formato «¿Cómo podríamos…?». Por ejemplo, podemos transformar «El ascensor es demasiado lento» en «¿Cómo podríamos hacer el ascensor más rápido?». Este formato de pregunta sugiere que una solución es posible y ofrece la oportunidad de responderla de varias maneras.
A partir de este desafío en forma de pregunta podemos generar desafíos más estratégicos y más tácticos.
Para generar desafíos más estratégicos, nos preguntamos por qué esa pregunta necesita ser respondida o, lo que es lo mismo, por qué ese desafío necesita ser resuelto. Una vez que tenemos la respuesta podemos transformarla en un nuevo desafío: «¿Cómo podríamos…?». A medida que nos preguntamos repetidamente «por qué», vamos generando desafíos cada vez más estratégicos, que pueden ir anotándose encima del desafío de partida, creando un eje vertical que va de más táctico (abajo) a más estratégico (arriba).
Para generar desafíos más tácticos, nos preguntamos qué nos impide resolver esto. Continuando con la dinámica, una vez que tenemos la respuesta podemos transformarla en un nuevo desafío: «¿Cómo podríamos…?». Preguntándonos «qué nos impide» vamos generando desafíos cada vez más tácticos, que pueden irse anotando debajo del desafío de partida.
Tanto cuando nos preguntamos «por qué» o «qué nos impide» como cuando construimos las preguntas «¿cómo podríamos…?» podemos llegar a varias alternativas que pueden añadirse en el eje horizontal.
Dependiendo del número de desafíos construidos, puede ser recomendable una última etapa de refinamiento y priorización.
Si dar respuesta a un desafío nos ayuda a resolver uno o varios del nivel inmediatamente superior, podemos indicarlo con flechas ascendentes. Si las conexiones no son claras, puede ser un desafío menos importante o que necesita ser reformulado.
Si tras esta discusión aún no conseguimos priorizar los desafíos más relevantes, podemos realizar una votación mediante dot voting, por ejemplo.
Ventajas
- Ayuda a reformular desafíos o problemas difusos, demasiado amplios o demasiado concretos.
- Crea una diversidad de puntos de entrada para la posterior fase de búsqueda de soluciones.
- Prioriza los desafíos que realmente merece la pena resolver.
- Ayuda a construir un roadmap de soluciones, ya que permite mapear desafíos amplios y estratégicos, que a menudo implican soluciones más a largo plazo, así como desafíos tácticos y específicos, normalmente de resolución más rápida.
- La formulación de los problemas o desafíos en forma de preguntas tipo «¿Cómo podríamos…?» es un punto de partida ideal para la fase de ideación de soluciones.
Inconvenientes
- El facilitador o facilitadora debe tener experiencia y pericia para mantener el foco y guiar la dinámica hacia resultados valiosos. No es una dinámica de facilitación simple.
- La construcción de desafíos en forma de pregunta incita a la búsqueda de soluciones, algo que debe intentar posponerse.
Referencias
Basadur, M. (2003). «Reducing Complexity in Conceptual Thinking Using Challenge Mapping». The International Journal of Creativity & Problem Solving (vol. 13, núm. 2, págs. 5-27).
Basadur, M.; Goldsby, M. (2016). Design-centered entrepreneurship. Routledge.
Kantojärvi, P. (2017). Challenge Mapping – a powerful method for finding the right focus. <https://grapepeople.fi/en/blogikirjoitus/challenge-mapping/>. [Fecha de consulta: 25 de enero de 2021].
Morales, S. (2017). «How to Actually use “How Might We…”? Questions». Medium. <https://medium.com/archipelagos/how-might-we-f618c041c107>. [Fecha de consulta: 25 de enero de 2021].
7 League Studio (2019). Challenge Mapping Part 1 – Challenge Map Basics. <https://www.7leaguestudio.com/blog/2019/5/26/challenge-mapping-part-1-challenge-map-basics>. [Fecha de consulta: 25 de enero de 2021].